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Chucao

En la selva valdiviana
en su verde laberinto
cantas con el pecho tinto
por la tarde y la mañana.
Tu voz, la más fuerte gana,
se escucha en el bosque entero,
del dosel hasta el estero.
Sorprendes al caminante
con tu grito fulminante
cuando va por el sendero.
Del bosque eres guardián
pequeño y escondidizo.
Te oigo y no te diviso
camuflado en tu taguán.
De chaleco azafrán
y blanquinegra bombacha,
con tu cola vivaracha
entre coligües y quilas.
Corres, saltas y me esquivas
chucao muestra la hilacha.
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